En su réplica al argumento de Santiago Creel que basaba en el aspecto tarifario la prohibición de particulares en la contratación de espacios publicitarios en los medios masivos porque “¿Cúantos ciudadanos pueden comprar anuncios cuyo costo oscila entre 300 y 400 mil pesos en horarios de gran audiencia?”, el señor Aguilar Camín, en su cruzada por la “libertad de Expresión” le responde que “millones de mexicanos podrían comprar esos espacios” y como prueba ofrece las tarifas que las 56 estaciones de radio asociadas a Radiodifusoras Unidas establecen por un spot de diez segundos, y cuyo costo oscila entre 98 y 489 pesos.
Con su argumento, Aguilar Camín no solamente exhibe un profundo desconocimiento hacia las actividades relacionadas con la mercadotecnia, específicamente la publicidad mediática y su impacto en los usuarios, sino también la parcialidad intencionada desde la que expresa su alegato.
Tomando como base sus pruebas, tendríamos que el costo promedio de un spot de diez segundos (¡qué se puede decir en diez segundos!) sería de 293 pesos. Sin embargo un spot perdido en los millones de anuncios publicitarios no alcanza ninguna trascendencia. Para que un mensaje publicitario tenga visibilidad se requiere su transmisión reiterada. Si tomamos como ejemplo una pauta mínima de 10 spots diarios estaríamos hablando de un costo de 2,930 pesos por día y si lo difundimos por una semana el precio se elevaría a ¡20,510 pesos! Eso sin tomar en cuenta el costo de producción del spot.
Ahora bien, si tomamos como base el salario promedio diario que el IMSS registró como base de su cotización en diciembre de 2007 que fue de 210.90, no resulta muy difícil concluir que la inmensa mayoría de los mexicanos se encuentra imposibilitado para pagar el costo de un spot de diez segundos, mucho menos para financiar una campaña mediática.
Valdría la pena recordarles tanto a Creel como al “cruzado” Aguilar Camín, que la legislación que regula la contratación de spots por parte de terceros, no responde a criterios mercantiles, sino al principio constitucional de “equidad” en la contienda electoral.
Con su argumento, Aguilar Camín no solamente exhibe un profundo desconocimiento hacia las actividades relacionadas con la mercadotecnia, específicamente la publicidad mediática y su impacto en los usuarios, sino también la parcialidad intencionada desde la que expresa su alegato.
Tomando como base sus pruebas, tendríamos que el costo promedio de un spot de diez segundos (¡qué se puede decir en diez segundos!) sería de 293 pesos. Sin embargo un spot perdido en los millones de anuncios publicitarios no alcanza ninguna trascendencia. Para que un mensaje publicitario tenga visibilidad se requiere su transmisión reiterada. Si tomamos como ejemplo una pauta mínima de 10 spots diarios estaríamos hablando de un costo de 2,930 pesos por día y si lo difundimos por una semana el precio se elevaría a ¡20,510 pesos! Eso sin tomar en cuenta el costo de producción del spot.
Ahora bien, si tomamos como base el salario promedio diario que el IMSS registró como base de su cotización en diciembre de 2007 que fue de 210.90, no resulta muy difícil concluir que la inmensa mayoría de los mexicanos se encuentra imposibilitado para pagar el costo de un spot de diez segundos, mucho menos para financiar una campaña mediática.
Valdría la pena recordarles tanto a Creel como al “cruzado” Aguilar Camín, que la legislación que regula la contratación de spots por parte de terceros, no responde a criterios mercantiles, sino al principio constitucional de “equidad” en la contienda electoral.
